Bodegas Bhilar, vinos extraordinarios en un entorno sin igual

Sábado. Amanece casi despejado, pero la bruma va bajando desde la Sierra Cantabria hasta cubrir por completo los viñedos de Rioja alavesa. Bodegas Bhilar será a las 10:30 am la segunda parada de nuestra aventura vinícola. Conducimos dirección Elvillar, el pequeño pueblo en el que nos encontraremos con nuestra cita. Tras unos pocos metros a través de una carretera terciaria, llegamos al destino, una pequeña finca sin letrero a la derecha de la carretera.

Al llegar, nos estaba esperando Gabi, la chica estadounidense con raíces cubanas, que ya es una más de la familia de Bodegas Bhilar. Esta es la segunda vez en los dos últimos años que viene desde Carolina del Norte hasta España para especializarse en vinos riojanos y trabajar codo con codo con David y Melanie (los propietarios) y el resto de trabajadores.

Nos bajamos del coche, saludamos a unos trabajadores que estaban haciendo una pausa (recordamos que estaban en plena vendimia) y nos percatamos de que el entorno que nos rodea es idílico.

Visita a la bodega y a las parcelas que la rodean.

Empieza a lloviznear, así que rápidamente pasamos al interior de la bodega. Allí vemos la zona de depósitos, mientras Gabi nos explica sobre un mapa dónde se ubican cada una de las parcelas de Bodegas Bhilar. Poco a poco vamos conociendo la forma de trabajar y de entender la vida que tienen David y Melanie y eso nos lleva a empatizar con ellos desde el primer momento.

Aprovechamos que deja de llover para salir a ver los viñedos que hay alrededor y conocer un poco mejor la finca. Nos acompañan en todo momento los bonitos mastines de la familia y las gallinas que campan libremente.

Observamos que todo el trabajo de campo lo hacen ‘a la antigua’. Es decir, arado con caballos, vendimia manual y depredadores naturales contra plagas (algo que conozco bien por la agricultura almeriense). Dejan que la tierra vuelva a cobrar vida y que la naturaleza siga su curso, tal y como David conoció el oficio en tiempos de sus abuelos.

Hoy en día, a los que realizan estas prácticas se les pone el sello de agricultura biodinámica y ecológica. David empezó a interesarse y a trabajar con esta filosofía en el año 1999, convirtiéndose primero a la agricultura ecológica y culminando todo el proceso de adaptación con la eliminación de tractores en 2014 .

Tras probar algunas bayas de garnacha, saludar a los caballos y gallinas de la familia y tomarnos unas fotos, volvemos a la zona de cata para probar sus vinos. Nosotros aún no lo sabíamos, pero nos iban a conquistar desde el primer descorche hasta el último sorbo. Y al acabar entenderemos perfectamente el mensaje que habíamos leído en su web:

«hacer vinos con alma desde el terroir, respetando la tierra, trabajando solo con uvas autóctonas y compartir vinos únicos con la gente buena y con energía positiva».

Vinos biodinámicos y ecológicos de Bodegas Bhilar.

Qué son los vinos ecológicos y biodinámicos.

En primer lugar, vamos a dejar claro lo que quieren decir los dos apellidos que llevan los vinos Bhilar: biodinámico y ecológico.

Un vino ecológico (orgánico) es el que procede de un viñedo con certificación ecológica, en el cual los abonos han de ser orgánicos, los tratamientos químicos para plagas están restringidos y solo se puede usar azufre y sulfato de cobre. En bodega sí se permite el uso de químicos, aunque siempre en menor medida que en la elaboración de vino convencional. Podremos ver fácilmente el sello de este tipo de vinos en el etiquetado de la botella.

Por otro lado, un vino biodinámico es aquel que se ha elaborado intentando devolver la vida a la tierra para que recupere su energía natural y que esté en armonía con el resto del cosmos. Se utilizan preparados de origen vegetal y animal para fortalecer y proteger las vides y se planta y se vendimia según la fase lunar, tal y como hacían nuestros antepasados. El sello más representativo de esta filosofía es el Demeter, aunque no siempre está visible en las botellas.

Conociendo a fondo y catando los vinos de Bodegas Bhilar.

Una vez que tenemos claro los conceptos anteriores, pasamos a la parte más importante de nuestra visita, los vinos. Unos vinos únicos, que emocionan desde su aspecto visual, aromático y gustativo.

Los vinos seleccionados para nuestra cata fueron Bhilar tinto, Bhilar blanco, Phincas Thousand Mils, Phinca Abejera y Carrakripan.

Vinos de pueblo (estos vinos son elaborados con uvas compradas, pero bajo la misma filosofía y tipo de agricultura que las suyas).

• Bhilar Tinto 2022. Vino que proviene de viñedos de clima frío, altura y de suelo rico en caliza. Destaca por la elegancia, potencia y frescura de las uvas (75% Tempranillo, 15% Viura, 10% Graciano). Fermentación espontánea con levaduras autóctonas y crianza de 12 meses en barricas de roble. Vino de carácter más joven de color granate intenso y de cuerpo medio. En nariz destacan los aromas de fruta roja en su punto óptimo de maduración con notas amelocotonadas y con notas herbáceas. En boca es de cuerpo medio, con unos taninos muy finos, de paso suave y de final largo. Muy bueno.
• Bhilar Blanco 2022. Junto con el anterior son los vinos de entrada de la bodega. Elaborado también con uvas (90% Viura, 10% Garnacha blanca) de Elvillar. Fermentación espontánea natural con sus pieles. Después, se prensa y realiza crianza de seis meses en barricas de roble francés. Vino blanco de un llamativo color anaranjado. En nariz destaca por su mineralidad y por sus notas a cítricos, manzana y pera. En boca es un vino seco, de acidez alta, con notas cremosas y picantes y de final largo. Muy bueno.

Vinos de paraje.

• Phincas Thousand Mils 2020. Vino blanco que debe su nombre (las mil leches) a que se elabora con diferentes tipos de uva de diferentes parajes con viñedos antiguos. Las principales uvas utilizadas son Viura, Garnacha blanca, Malvasía, aunque también otras variedades en cantidades pequeñas. Se vendimian a mano y se prensan con el pisado tradicional, por lo que el mosto está en contacto con uva. Fermentación espontánea con levaduras naturales y posterior prensado y crianza de 3 años en barricas de roble francés. Un vino blanco/naranja de color brillante. En nariz es un vino complejo, con aromas melosos y picantes a naranja y albaricoque, con notas florales y oxidativas. En boca es ácido, con cuerpo y taninos potentes y final muy largo y salino. Un vino complejo y cautivador. 2388 botellas. Excelente.

Vinos de parcela.

• Phinca Abejera 2018. Vino muy especial y elegante, que mezcla tres uvas tintas y una blanca (40% Tempranillo, 40% Graciano, 10% Garnacha, 10% Viura) del paraje La Abejera, un viñedo plantado en 1929 por el abuelo de David. Uvas parcialmente despalilladas y prensadas con pisado. Fermentación espontánea con levaduras naturales y crianza de 36 meses en fudres de roble de 500 litros. Phinca Abejera es de color granate intenso. En nariz es un vino muy complejo, con aromas a fruta fresca, pero sobre todo destacan las notas herbáceas, como hinojo, salvia, tomillo o lavanda y algunas notas especiadas. En boca predomina el frescor de la fruta con toques picantes, unos taninos muy finos y acidez alta muy bien integrada. Mucho cuerpo y final largo y gustoso. 2004 botellas. Extraordinario.
• Carrakripan. Melanie lidera el proyecto más reciente de Bodegas Bhilar, elaborando cinco vinos desde las fincas de Eterea Kripan. Viñedos de más de 50 años situados a unos 620 m. de altitud con los que crea, entre otros, este majestuoso vino blanco. Se elabora con Viura, Malvasía y Garnacha blanca con aportes pequeños de otras variedades. Fermentación espontánea natural en fudres de roble de 1800 litros y crianza de 20 meses en barricas de tercer uso. De color ámbar brillante y algo turbio, es un vino muy complejo en nariz, con aromas a flores amarillas y manzanilla, toques picantes, y notas dulces y a fruta fresca. Un vino con acidez alta, estructurado y de buen paso, con un final largo y ligeramente amargo. Es además el primer vino de Rioja alavesa con certificación Demeter. Un vino para enmarcar. Excelente.

Hacia el final de la cata, también tuvimos la ocasión de conocer a David, que estaba hasta arriba de trabajo con la vendimia. Catamos Bhilar blanco y Thousand Mils y tuvimos una agradable charla con él antes de irnos.

Valoración de la experiencia en Elvillar.

Tras una larga y distendida charla con Gabi en la que hablamos de muchos aspectos de los vinos de Bodegas Bhilar y del sector en general, nos despedimos con una sensación de satisfacción total. De hecho, al alejarnos me inundó el pensamiento de que debíamos volver en otra ocasión, porque a nosotros ya nos tienen ganados. La hospitalidad y amabilidad con la que fuimos recibidos y el nivel y variedad de sus vinos hacen que sea una bodega para visitar una y mil veces.

Hasta que llegue esa próxima visita, haremos tiempo disfrutando de las botellas que nos trajimos a casa.